Durante este periodo de indagación sobre la vida y obras de estos artistas he observado un detalle que no ha escapado a mi avivada curiosidad, y es que casi todos los no natales en esta ciudad, pero que han desarrollado su carrera casi en plenitud en ella, dieron su último suspiro de vida a los pies de la Giralda; una razón en búsqueda de lógica puede ser que la muerte no avisa, a mí en cambio se me hace presumible que entre talla y talla, no sólo fue el fondo de armario de sus gubias lo que creció, que el amor a la tierra donde hallaron aprendizaje e inspiración llegó un poco más lejos de lo que pudieran llegar a imaginarse a su llegada; cierto es que una imagen divina puede multiplicar su valor a orillas del Guadalquivir, pero no lo es menos que hemos tenido y tenemos a la mayoría de los mejores y que la admiración no es en vano, podría decirse que es como un matrimonio pactado por familias, de conveniencia, que con el tiempo y el roce, nace el cariño y por ende el amor porque uno sin el otro no se halla, y se juran amor eterno, porque los dos dan la talla.
-Todos duermen en tus brazos,
-A la luz de los luceros,
-Fueron tallando su cielo,
-Martillazo a martillazo.
-Algunos en abadías,
-Otros en campo santo,
-Bajo la manta esculpida
-Del oro de tu regazo.
-Se han moldeado los sueños,
-En la estampa de sus obras,
-Imperio que se mantiene,
-Hasta los tiempos de ahora.
-Será el amor, que nunca avisa,
-Y no existe guardabrisa
-Que cumpla bien su función,
-Cuando agitado se aviva,
-El viento de una pasión.
-Entre varales sus obras,
-Si está la madre bendita,
-Y entre pasos y misterios
-Cuando a su hijo castigan.
-Desagradecido olvido,
-Que recibe omiso caso,
-Y por ser agradecidos,
-Nunca rebosa el saco.
-No hicieron falta siluetas,
-Ni señales indicando,
-El sendero bendecido,
-Del camino deseado,
-Se guiaron por las guías,
-Que ellos imaginaron,
-Fervientemente fluían,
-Por los surcos de tus llantos.
-Y a la luz de los luceros,
-Martillazo a martillazo,
-Tallaron su sueño eterno,
-Y hoy lo duermen en tus brazos.
La verdad amigo ya me dijiste el otro día que te faltaba mucho para acabar tu libro, pero con avances como esto la verdad es que me pones muy impaciente. enorme, un abrazo, Juanma.
ole comparde, «ya veo la luz» martillazo a martillazo