La definición de barrio sevillano va mucho más allá del lugar de nacimiento y residencia de las personas físicas de esta ciudad; es una auténtica seña de identidad. No me atrevería a decir que los mismos tienen costumbres propias -aunque si sus festejos, que en los tiempos actuales están casi del todo centrados en la celebración de sus veladas que desgraciadamente al igual que pasa con las cruces de mayo han perdido gran parte de su energía y solera-, pero si ese algo diferente con respecto a la vida y convivencia cotidiana, ese bienestar que da la confianza de conocer tu entorno; de tener cerca tus amistades de siempre así como los recuerdos al volver a él una vez hayas abandonado tu vivienda familiar.
Las reuniones en los bares, las discusiones y guasas de los lunes entre béticos y sevillistas así como las espontáneas tertulias cofrades que se forman con cualquier simple comentario, las congregaciones de amas de casa en los comercios destapando y derrochando ese arte natal e inconfundible de buen humor, en resumidas palabras, podemos definir a los barrios hispalenses como pequeñas pedanías sin alcaldes regidas todas bajo el palio cimbreante de la idiosincrasia sevillana.
Siempre hay algo que pone de acuerdo a toda la vecindad; sus imágenes cofrades; muy extraño es visitar un comercio en un barrio –que disponga de ellas claro- sin ver colgando de sus paredes una o más fotos del Cristo y Virgen del barrio.
Existen en Sevilla un total de 108 barrios, aunque para la administración y los mismos sevillanos muchos de ellos son núcleos que pertenecen a un distrito o barrio mayor. Por eso es más frecuente nombrar a dichos distritos y mencionar el nombre de estos barrios-núcleos cuando queremos señalar un punto en concreto de los mismos; por ejemplo: si nos referimos a la barriada de Villegas o Campos de Soria, estamos nombrando puntos concretos del sector Macarena, así como El tardón y el barrio León están totalmente identificados con Triana.
El día grande de cada barrio es aquel cuya hermandad sale a la calle para procesionar y hacer estación de penitencia.
Dentro del cómputo global de todos los barrios, vamos a centrarnos en aquellos que tienen tradición cofrade por excelencia que normalmente son los que tienen el honor de tener como huéspedes a una o varias hermandades en sus calles.
Atendiendo a mi particular mapa cofrade y haciendo un efecto “zoom” a la inversa, daremos cita a estos barrios.
El Centro.
El Centro, en su casco antiguo, posee en su haber un manantial inagotable de tradiciones y leyendas que han adquirido magia y duende con el paso de los siglos. Tanto es así, que cualquier excavación sobre su terreno medianamente profunda nos suele enseñar algún resto de nuestros antepasados, ya sean fenicios, romanos o árabes, como los restos arqueológicos encontrados en la avenida de la Constitución durante las obras para peatonalizarla, los hallados en la encarnación, justamente en lo que hoy llamamos “las setas” o los restos romanos descubiertos en el Patio de Banderas por poner ejemplos recientes. Sus partes monumentales e históricas son una auténtica veda abierta para los amantes de las instantáneas; es la Sevilla intramuros; la de puertas “pa” dentro, la única Sevilla que siglos atrás existió junto a la vega de Triana.
Dicho esto no es de extrañar que sea esta zona la que alberga mayor número de hermandades y templos,-cabe recordar que las hermandades cuentan algunas con siglos de vida- pero como dato curioso expondré el hecho de que la mayoría de las parihuelas de silencio –antes explicadas- son de la zona centro y proximidades.
Todo momento cofrade requiere de un saber estar; aquí es donde toma parte activa el sevillano de a pie, guardando silencio cuando la situación lo requiere aunque el paso no esté todavía al alcance de la vista.
El silencio es un espejo donde se refleja la conciencia. No puedes situarte frente a él, pues no tiene ubicación fija. Te embriaga y hace partícipe de un juicio donde el presunto culpable eres tú. La inocencia te libera y la culpa te cristaliza, es un examen; un auto juicio; las palabras están demás y los hechos adquieren el valor de mil de ellas; no es un paso triunfante ni el júbilo de una alegre marcha, es la verdad, y la verdad no se otorga siempre que se hace el silencio.
Silencio…
– Silencio en las callejuelas,
– Silencio por las esquinas,
– Silencio por las plazuelas,
– En los palcos y en las sillas.
– Silencio por San Andrés,
– Que entre el tumulto silente
– En brazos de Santa Marta
– Descansa Cristo yacente.
– Silencio por la Gavidia,
– Las tristezas de María
– Se expanden en multitud,
– Se acerca la cruz de guía,
– Ya viene la vera cruz.
– Silencio por San Vicente,
– Que las penas más recientes
– También acumulan llantos,
– Silencio por El Museo
– Que ya cierra el lunes santo.
– Un silencio de concordia,
– Silencio y misericordia,
– Santa Cruz está en camino,
– Y el silencio se hace gloria
– De Mateos Gago al Postigo.
– Miércoles de la semana,
– Orfila, Duque y Campana,
– Guardan silencio absoluto,
– La plaza aguarda callada,
– Regresa el Cristo de Burgos.
– Silencio por la Pasión,
– Silencio corto e intenso,
– Que con los brazos abiertos
– Espera en El Salvador,
– Al Cristo del Amor nuestro.
– El silencio es como un Valle
– Que te invade las entrañas,
– Pasada la medianoche
– Allá en la calle Laraña.
– Desciende en calle Rioja,
– Y por Molviedro lo buscan,
– Lo encuentran en Zaragoza,
– Juntito a la Quinta Angustia.
– Y silencio en la Campana,
– Lo reitero y lo repito,
– Que a Jesús el Nazareno,
– Ya le han “dao” el visto bueno
– Y la venia por escrito.
– Traspaso y dolor,
– De la mano van los dos
– Bajo un palio de silencio,
– El Gran Poder se hace fe,
– En la plaza de San Lorenzo.
– Silencio en San Isidoro
– Que está recitando el aire,
– El dolor por las caídas,
– Que sufre Loreto madre.
– Tapada quedó la cruz,
– Con una sábana santa,
– Descendido está Jesús,
– Y el silencio se amortaja.
– Lágrimas sin compañía,
– Va sin palio y dolorosa,
– Si tus penas son las mías…
– Soledad… nunca te sientas sola.
– Y el silencio más patente;
– Viene de cuerpo presente
– Traspasando las vitrinas,
– Sensación omnipresente…
– Y que nunca languidece
– Porque luego resucita.
– Silencio en las callejuelas, silencio por sus plazuelas.
– Silencio por sus esquinas.
– Que cuando impera el silencio…
– Está rezando Sevilla.