Un sentimiento muy estrecho

Fue el abrazo de dos vientos, en este punto de encuentro
La incipiente creación, que abriendo camino estrecho,
Y navegando en el tiempo inundó mi corazón.

Eres verja de un «costao»,
Con dos mares que se besan,
Y eres suelo «vigilao»
Por la sierra Carbonera.

Con dos torres numeradas, que te indican con certeza
El lugar donde se hallan, la segunda más lejana,
La primera algo más cerca y las dos a pie de playa,
Que con el campo tropiezan.

Hay amores que se encallan,
Como los grandes navíos,
El mío surca los mares,
De mis momentos contigo.
Te lo dice como hombre,
El que en tus calles fue niño.

Una caricia irrisoria, sin frontera en la memoria
Y declarando mi anhelo, es La Línea divisoria,
Que marca la parsimonia, entre la vida y el tiempo.

Son tus olas la nostalgia,
Claveles de tierna infancia
Que se clavan en mi pecho,
Por eso siento que sientes,
Por eso sientes que siento,
Un sentimiento muy estrecho.

Diferente, incomprendida, que no eres niña «perdía»,
Al amparo de los vientos, eres la dama descalza,
Que camina y hace raya, entre lo nuestro y lo ajeno.

Me adentré por Periañez,
Por Calderón de la Barca
Llegué al Cosso taurino,
Que si repertorio falta
Es paseillo de novios,
En las tardes del domingo.

Por la calle San José, una belleza encontré,
Piel morena, pelo negro,
La seguí por El Clavel, llegué hasta Pedro Vejer
Y la perdí por San Pedro.

Con «Tres gracias» de Falgueras,
En una plaza impoluta,
Al óleo se da homenaje
A Don José Cruz Herrera,
Junto al real de una calle,
En honor a sus pinturas.

Con flores del Zabal bajo, hice un ramito de encaje,
Dí rienda suelta a mis pasos, hasta llegar al levante,
Y me hallé bajo los brazos de la Señora del Carmen.

Dicen que el Medinaceli,
Una noche señalada,
Por su barrio del Castillo
Pasa una dulce velada.

Una oración en el Huerto, por los años venideros,
Un cristo de amor moreno, en cuya cruz se levanta,
Y verde como el romero, como salida de un sueño,
La virgen de La Esperanza.

Como el rescoldo de brasas,
De plateados espetos,
Como el Juan y la Juana,
Quemándose a vivo fuego,
Tú eres leña y yo la llama,
De este estrecho sentimiento.

Parece un cuento de hadas, es la madre Inmaculada,
De esta tierra patrona, que con destellos de alba,
Se encarna en cuerpo en niña, y al clarear la mañana,
Se pasea engalanada por el paseo de Fariñas
Rodeada de palomas.

Tu corriente es la semilla,
Que cultiva la ambrosía,
Complaciendo así a los dioses,
Con navajas de marea baja
Y jureles de camarones.

E inadvertido no pasa, el olor inconfundible,
De ese pulpo a la plancha, y ese sabor salado,
De esos peces alados que sobrevuelan las aguas,
Y a pleno sol se han secado, en patios de la Atunara.

Es la cercanía distante,
Que parece un mar inmenso,
Pero tú de sobra sabes,
Que te tengo como antes,
Un sentimiento muy estrecho.

Llena la copa paisano, la tengo colgada al cuello,
Es de porcelana blanca con fecha del año eterno,
Pues brindar contigo quiero, mientras juntos nos cantamos,
Sevillanas del recuerdo, que es Domingo Rociero.

Como esa que decía,
Que ayer, hoy, mañana,
Y para la eternidad,
La huella queda indeleble,
Cuando el amigo se va,
Por si acaso un día vuelve.

Dame un beso de tu cielo, impregnado en sal marina,
Disfraza la concha fina con capa de terciopelo,
Embriágame noche y día con esa brisa que abruma,
Más no me niegues nunca, salados besos de espuma.

Me lo dijo un sabio amigo,
De la fuente que has bebido,
No dejes, el agua correr,
Por el río del olvido.

Si me miras me sonrojo, si me tocas me estremezco,
Porque a ciencia cierta sabes, que entre todas las verdades,
Hay una que más aprecio.

Podrán pasar los mercantes,
Por ese mar del estrecho,
Más un suspiro no cabe,
Entre tus aguas y mis versos.

Son dos vientos que se abrazan, la luna hace de guía,
Mientras dos mares se besan, y lavan al baño María,
Las entrañas florecidas, de esta bendita tierra.

Una vela y dos amarras, con forma de corazón,

una navío entre dos aguas…Línea de la Concepción.